Mezcla con el gracejo la erudición, y da los años que cumple la excelentísima señora condesa de Paredes, no por muchos, sino por augmento
Excusado el daros años,
señora, me ha parecido,
pues quitarlos a las damas
fuera mayor beneficio;
y por esto no os los diera,
pero después he advertido
que no impera en las deidades
el estrago de los siglos.
Y así más años viváis
que aquel pájaro fenicio
ha vivido, no en Arabia,
sino en símiles prolijos
(por erudición primera
esa avecilla os remito,
que al festín de vuestros años
puede servir de principio);
más que dolores ardientes
sintió en el leño encendido,
de Egea el amante tierno,
por la venganza del tío;
más que el cuello de Medusa
vertió venenosos hilos
que, cayendo en rojas gotas,
levantaron basiliscos;
más que el Cíclope celoso
dio al infeliz mozo gritos,
que aun después de transformado
se le escapó fugitivo;
más que el doloroso acento
del dulce de Tracia hijo,
suspendió en canciones, furias,
desató en dulzuras, grillos;
más que al que al sol se atrevió
a hurtar el rayo lucido,
y en el Cáucaso atormenta
diuturno fiero ministro;
más que al infeliz Faetón
el fraternal llanto pío
lloró, bálsamo oloroso,
si empezó humor cristalino;
más que las cuarenta y nueve
pagan en duros castigos,
la obediencia al fiero padre
contra los incautos primos;
más que en estragos Medea,
de sus músicos hechizos,
probó los males que causa
el celoso precipicio;
más que le costaron daños
por el juvenil delirio,
un hermoso robo a Troya
y a España un honor perdido.
Mas, ya que estaréis cansada
de estos mases, imagino,
que suele moler un más
más que un mazo y un martillo.
Y así en cifra os lo diré
por no dejar de decirlos:
sed más que todos los mases
de los modernos y antiguos.
Y en fin, en lo que viváis,
con vuestro consorte digno,
vuestra fama sola pueda
igualaros el guarismo.
Llevad la inmortalidad
a medias, como los hijos
de Leda hermosa, llevando
de más el lucir unidos.
Excusado el daros años,
señora, me ha parecido,
pues quitarlos a las damas
fuera mayor beneficio;
y por esto no os los diera,
pero después he advertido
que no impera en las deidades
el estrago de los siglos.
Y así más años viváis
que aquel pájaro fenicio
ha vivido, no en Arabia,
sino en símiles prolijos
(por erudición primera
esa avecilla os remito,
que al festín de vuestros años
puede servir de principio);
más que dolores ardientes
sintió en el leño encendido,
de Egea el amante tierno,
por la venganza del tío;
más que el cuello de Medusa
vertió venenosos hilos
que, cayendo en rojas gotas,
levantaron basiliscos;
más que el Cíclope celoso
dio al infeliz mozo gritos,
que aun después de transformado
se le escapó fugitivo;
más que el doloroso acento
del dulce de Tracia hijo,
suspendió en canciones, furias,
desató en dulzuras, grillos;
más que al que al sol se atrevió
a hurtar el rayo lucido,
y en el Cáucaso atormenta
diuturno fiero ministro;
más que al infeliz Faetón
el fraternal llanto pío
lloró, bálsamo oloroso,
si empezó humor cristalino;
más que las cuarenta y nueve
pagan en duros castigos,
la obediencia al fiero padre
contra los incautos primos;
más que en estragos Medea,
de sus músicos hechizos,
probó los males que causa
el celoso precipicio;
más que le costaron daños
por el juvenil delirio,
un hermoso robo a Troya
y a España un honor perdido.
Mas, ya que estaréis cansada
de estos mases, imagino,
que suele moler un más
más que un mazo y un martillo.
Y así en cifra os lo diré
por no dejar de decirlos:
sed más que todos los mases
de los modernos y antiguos.
Y en fin, en lo que viváis,
con vuestro consorte digno,
vuestra fama sola pueda
igualaros el guarismo.
Llevad la inmortalidad
a medias, como los hijos
de Leda hermosa, llevando
de más el lucir unidos.