Villancico IV de Sor Juana Inés de la Cruz

La soberana doctora
de las escuelas divinas,
de quien los ángeles todos
deprenden sabiduría,
por ser quien inteligencia
mejor de Dios participa,
a leer la suprema sube
cátedra de teología.
Por primaria de las ciencias
es justo que esté aplaudida
quien de todas las criaturas
se llevó la primacía.
Ninguno de Charitate
estudió con más fatiga,
y la materia de Gratia
supo, aun antes de nacida.
Después la de Incarnatione
pudo estudiar en sí misma,
con que en la de Trinitate
alcanzó mayor noticia.
Los soberanos cursantes
que las letras ejercitan
y de la sagrada ciencia
los secretos investigan,
con los espíritus puros
que el eterno solio habitan,
inteligencias sutiles
(ciencia de Dios se apellidan),
todos la votan iguales,
y con amantes caricias,
le celebran la victoria
y el triunfo le solemnizan.

Estribillo


Y con alegres voces de aclamación festiva,
hinchan las raridades del aire, de alegrías,
y sólo se percibe en la confusa grita:
¡Vítor, vítor, vítor, vítor María,
a pesar del infierno y de su envidia.
Vítor, vítor, vítor, vítor María!
 

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