Villancico I de Sor Juana Inés de la Cruz

Vengan a ver una apuesta,
vengan, vengan, vengan,
que hacen por Cristo y María
el cielo y la tierra.
Vengan, vengan, vengan.

Coplas


El cielo y la tierra este día
compiten entre los dos,
ella, porque bajó Dios,
y él, porque sube María:
cada cual en su porfía,
no hay modo de que se avengan.
Vengan, vengan, vengan.
Dice el cielo: Yo he de dar
posada de más placer,
pues Dios vino a padecer,
María sube a triunfar;
y así es bien que a tu pesar
mis fueros se me mantengan.
Vengan, vengan, vengan.
La tierra dice: Recelo
que fue más bella la mía,
pues el vientre de María
es mucho mejor que el cielo,
y así es bien que en cielo y suelo
por más dichosa me tengan.
Vengan, vengan, vengan.
Injustas son tus querellas,
pues a coronar te inclinas
a Cristo con tus espinas,
yo a María con estrellas,
dice el cielo; y las más bellas
di, que sus sienes obtengan.
Vengan, vengan, vengan.
La tierra dice: Pues más
el mismo Cristo estimó
la carne que en mí tomó,
que la gloria que tú das;
y así no esperes jamás
que mis triunfos se retengan.
Vengan, vengan, vengan.
Al fin vienen a cesar,
porque entre tanta alegría,
pone, al subir, paz María,
como su hijo al bajar;
que en gloria tan singular,
es bien todos se convengan.
Vengan, vengan, vengan.
 

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