Décimas de Sor Juana

Sosiega el susto de la fascinación, en una hermosura medrosa


Amarilis celestial,
no el aojo te amedrente,
que tus ojos solamente
tienen poder de hacer mal;
pues si es alguna señal
la con que dañan airados
y matan avenenados
cuando indignados están,
los tuyos solos serán,
que son los más señalados.
¿Creerás que me ha dado enojo
llegar con temor a verte?
¿Él había de ofenderte?
¡Cuatro higas para el ojo!
Ten aquesto por antojo
y por opinión errada
que ha dado por asentada
falto el vulgo de consejo;
porque si no es en tu espejo,
no puedes estar aojada.
 

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